domingo, 6 de abril de 2014

Dos hombres de negro, luces blancas y música de colores

· Bravo Fisher actuó ayer en Alicante en un cálido acústico


Eme Candela / Un lounge bar amplio de paredes blancas en Alicante llamado "Un Buen Día" se iba llenando poco a poco a partir de las once de la noche. Pasada esa hora todas las miradas se concentraban en una pequeña esquina donde descansaba un micrófono, una guitarra, un teclado y un amasijo de cables sobre césped artificial.  Y de pronto, aquel recoveco empezó a brillar, no fue por las luciérnagas blancas que adornaban el pequeño edén, fue por la aparición de dos chicos vestidos de negro. Uno de ellos era Guillermo, o mejor dicho, Bravo Fisher, y el otro músico era su acompañante en los teclados y quien le chivaría los temas que tenían que tocar tras cada canción.

Florida Blanca y 39 inauguraron el concierto en acústico que nos esperaba aquella cálida noche. El ambiente se enriqueció de optimismo desde el primer minuto y las canciones de este indie inundaron sin ningún esfuerzo la sala. Fue una noche digna de disfrutar el momento y no mirar atrás, una noche de contar estrellas, una noche de chasquear los dedos ciegos, y todo eso fue tan fácil como un puzzle de dos piezas. El público escuchó atento la letra de Tras El Cristal y bailó con Sanseacabó, que pronosticaba el final del encuentro.

Bravo Fisher no solo tocó las canciones de su último álbum, “El Valle Invisible”, sino que también nos deleitó con Go Back To Spain, de su disco anterior. Además, nos sorprendió con la cover de Video Games de Lana del Rey, que interpretó al comienzo de forma dulce y melancólica y al final, gracias al teclista y a sus ritmos divertidos, de tal modo que logró transformar el bar en una pista de baile. La reunión entre amigos, porque eso es lo que consiguió el artista que fuera, finalizó con Miradas. Sin embargo, se dejó convencer por el público todavía frenético y volvió a tocar 39, esta vez con más fuerza y con un auditorio más participativo.

Tras el concierto en acústico, como si Guillermo hubiera vislumbrado al principio de su carrera el futuro y hubiera visto aquel pequeño jardín rodeado de lucecitas y así hubiese elegido su nombre artístico, todo el público no podía dejar de aplaudir, de silbar y de gritar “¡Bravo!”. Y es que no es para menos, fue un concierto lleno de color y buen rollo que ha situado al artista en nuestra lista de favoritos. Mucha suerte Bravo Fisher y hasta otra.





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