viernes, 19 de diciembre de 2014

Moby Dick


Consciente de que bajo mis pies, áspero y cansado, sigue batallando el Pequod y de que mi caza pueda costarme una pierna, persigo a mi Moby Dick. Blanco, grande, desafiante, el cachalote llama mi atención bajo las oscuras, frías y profundas aguas. Es diferente a los demás y no dudará en luchar. Pero no soy el capitán Ahab y mi Moby Dick no es un animal, es un grupo madrileño al que este medio ha ido al acecho en tres formatos diferentes, crónica, entrevista y este mismo artículo.

Se trata de la banda Kitai, que se postra con un aire diferente en el panorama rock nacional. Sus letras, oscuras y profundas, como las aguas donde nadaba el gigante albino, son una de las características más destacables de la banda. Esta se formó en Madrid por Alex (cantante) y Edu (guitarra), a la que más tarde se unió Fab (bajo) y Deiv (batería).  A principios de 2014 lanzaron su primer EP, Origen, y a pocos meses de finalizar el año publicaron el segundo, Viral.

Aunque han pisado más de 50 escenarios este año, incluidos grandes festivales como el Decode, el Sonorama y el Polifonik, para ellos, su experiencia más gratificante como banda ha sido presentar su último EP en la sala El Sol, según explica Alex, ya que ha sido el primer concierto en el que la banda no ha tenido que compartir ni escenario ni público.

En el curriculum del grupo se pueden encontrar aspectos de su vida profesional muy peculiares, por ejemplo, los miembros de Kitai son los fundadores de MostazaClub, el primer club de rock de España, que se desarrolla en la sala Siroco (Madrid). El club ofrece a bajo precio, en una misma noche, hasta seis conciertos de seis bandas nacionales.“Mostaza Club partió de la iniciativa de plantear el concepto que está tan de moda de los DJs residentes de las salas en el rock. Nos preguntamos que por qué no metíamos en una sala a una banda residente con una serie de bandas invitadas para que puedan traer a su público, y que este pueda ver todos los conciertos”, comenta Alex en nuestra entrevista. Hasta septiembre Kitai ha sido la banda residente que tocaba un miércoles al mes acompañado de otras dos bandas, no obstante, ahora mismo solo ejerce de promotora.

Otra de las peculiaridades del grupo la protagoniza el batería Deiv, también conocido en la red como Deivhook. Este músico realiza covers con su instrumento y las acompaña de vídeos llenos de movimiento, color, y en ocasiones invadidos por un simio con apariencia chulesca. Su cuenta de YouTube cuenta con 3.000 seguidores y algunos de sus vídeos arrastran hasta 65.000 visualizaciones.
 
Pero no solo Deivhook tiene cuenta de YouTube, el grupo al que acompaña también valora esta plataforma y apuesta por compartir su música en ella con unos vídeos a la altura de su trabajo y esfuerzo. En la cuenta de Kitai, a parte de los vídeos de sus temas, también se pueden encontrar otras tres piezas bajo el nombre de “Sesiones Constelares, que son reversiones de canciones propias. Alex comenta en la entrevista que reversionan sus canciones, les cambian la composición de la estructura o les hacen arreglos diferentes, por pura inquietud, pero que la esencia de los temas sigue siendo la misma. Por el momento solo han transformado BOOOM! (que se rebautiza como Andrómeda), Luz Artificial (Orion) y H2O (Casiopea).

Kitai es una banda que se toma muy enserio su trabajo, pero cuando los miembros tienen que tocar en directo, se olvidan de esa seriedad y se vuelven salvajes e impulsivos. A veces incluso tienen algún que otro percance sobre el escenario. El cantante comenta alguna de sus experiencias: “en el Polifonik Sound, dándole vueltas al cable, se me soltó el micro y se me cayó del escenario en medio tema”.

En un momento de la entrevista, Alexandrevich confiesa que se siente identificado con el director de cine Tarkovski, ya que ambos aman el agua. Por eso, por la búsqueda de Kitai de un sonido diferente, porque los miembros son luchadores, ambiciosos, salvajes e impulsivos, esta semana Kitai es nuestro Moby Dick y espero que el de otras muchas personas más. Buena suerte Kitai y ¡hasta otra!

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